Me inscribí en la Escuela de Artes Plásticas Carmelo Fernández del Estado Yaracuy, mi ciudad natal. Huyendo de de un bachillerato aburrido. Motivado a la vez por un vecino pintor, al cual observaba trabajar con mucha regularidad.
Al inicio de mis estudios en aquella escuela de artes, experimenté muchos cambios en mí; algunos de carácter académicos y otros en mi relación con el entorno de mi ciudad, San Felipe. Para ese entonces su ruralidad estaba muy marcada.
Se abre para mí un nuevo universo de de posibilidades, con el cual inicio la búsqueda de imágenes que sustentaron mi incipiente formación como estudiante de arte.
En la escuela me descubro como un sujeto ganado a la contemplación de la naturaleza y a prestarle atención a mi memoria sensible. Cuyas características siempre ha sido exuberante en su apretado follaje de árboles y su rica flora. De aquí se desprende mi interés por el paisaje.
Mis largas caminatas por el monte a la vera de ríos y quebradas, la observación y toma de apuntes de dibujos de raíces, piedras y troncos secos e inmensos árboles; que luego darían paso a mis primeros trabajos de taller y reinvención plástica, va unidos a una sostenida disciplina por el dibujo de campo,y por el gozo de comulgar con el trabajo creativo dentro de grandes extenciones de bosques silvestres.
Mi relación de amistad con el desaparecido dibujante Edgar Jiménez Peraza, el trabajo compartido co poetas, escritores y artistas plásticos de la región. Me permitieron tener experiencias en el C.E.T.A. Centro Experimental de Talleres Artísticos de San Felipe. Dicha institución nos brindó la oportunidad de realizar investigaciones para la ilustración, de revista “La oruga luminosa”.
Estas prácticas del ejercicio del dibujo conformarían más tarde lo que fue mi dossier para optar al ingreso en el C.E.G.R.A, Centro de Enseñanza Grafica de la ciudad de Caracas.
El C.E.G.R.A, tiene un alto significado en mi formación en las artes graficas, y como consecuencia, en el dibujo y la pintura.
El grabado me ha permitido más libertad en la apreciación y en la ejecución del dibujo y la pintura, elaborada con materiales no convencionales como la fibra de sisal, el fuego y los esmaltes industriales.
Experimentar con los hierros de marcar ganado a través de las improntas dejadas por ellos a fuego vivo en la madera y el sisal, fueron determinantes en la conformación de un lenguaje plástico que continúa hasta hoy día.
Los grandes formatos, el estudio por la materia y las texturas conformaron para aquel entonces mi universo plástico. Aunado ha una fuerte tendencia gestual y orgánica.
En 1995 tomo la decisión de hacer estudio en la academia The Art Studenst League, de la ciudad de Nueva York, la cual en mi apreciación exalta en mi trabajo plástico una nueva forma de ejecutar y celebrar el dibujo. Este se tornará más rigoroso en su concepción compositiva, en la exacerbación de los trazos lineales. La pintura en cambio se abrio a la tradición académica del óleo; sin embargo mi visión del paisaje rural y el encuentro con el paisaje de la metrópolis poco a poco da paso al inicio de nuevas imágenes y formas de concebir la obra.
Los viajes realizados a Europa en especial mi corta estadía en Londres y el largo viaje a Japón, impulsan aun más, las búsquedas plásticas en la tradición de la mirada contemporánea del paisaje.
viernes, 5 de junio de 2009
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